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Oxitocina, la hormona del amor.

  • Foto del escritor: fundaciondesime
    fundaciondesime
  • 6 jun 2019
  • 4 Min. de lectura


La oxitocina, la hormona responsable de que amemos, seamos fieles, compasivos, amables, y de que podamos parir y tener leche materna, entre muchas otras funciones. Es una hormona producida en el hipotálamo y secretada por la glándula pituitaria posterior, ha resultado tener un efecto en nosotros similar al que nos produce beber alcohol.


La oxitocina es un neuropéptido, formado por una cadena de nueve aminoácidos. La palabra oxitocina vio la luz en 1906, acuñada por el fisiólogo británico Henry Dale. Procede del griego y significa “parto rápido”, y es la responsable de regular el ritmo del parto y de facilitar la lactancia.



La oxitocina, interviene en determinados procesos fisiológicos, activando comportamientos a nivel mecánico en órganos específicos como el útero y las mamas, pero también influye en el comportamiento por su acción en determinadas áreas del cerebro.


Liberada al torrente sanguíneo desde la hipófisis posterior, la oxitocina recorre grandes distancias hasta encontrarse con su receptor específico en la membrana de las células mamarias o del útero. Al final del embarazo aumentan los receptores de oxitocina en estos órganos. Esta hormona activa estos órganos provocando en ellos una reacción, una actividad física o fisiológica determinada. En el caso del útero la oxitocina estimula y mantiene la contracción del músculo liso del útero durante el parto y el alumbramiento, es decir, es la responsable de la existencia de las contracciones. El alumbramiento de la placenta exige unos niveles aún más altos de oxitocina que la expulsión del bebé, por eso el pico máximo de oxitocina en la vida de una mujer es justo después del nacimiento del mismo. En el caso de las mamas provoca el reflejo de eyección de la leche favoreciendo la lactancia.


La oxitocina, esa hormona producida en el hipotálamo y secretada por la glándula pituitaria posterior, ha resultado tener un efecto en nosotros similar al que nos produce beber alcohol. Así lo atestigua el último estudio llevado a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Birmingham (Inglaterra), que recoge la revista Neuroscience and Biobehavioral Review.



La hormona del amor también oculta un lado oscuro. Esta sustancia química clave en nuestras decisiones sobre interacciones sociales (con conductas pro - sociales como generosidad, la empatía o el altruismo), y reacciones ante parejas románticas tiene más semejanzas con los efectos de alcohol de lo que se pensaba.


La oxitocina no solo interviene en el cuerpo de la mujer durante el parto y la lactancia, sino que es una de las hormonas centrales de la excitación sexual y de los orgasmos tanto de hombres como de las mujeres. Los niveles de esta hormona en sangre aumentan durante el acto sexual y aún más durante el orgasmo. Durante el orgasmo femenino, la oxitocina produce contracciones uterinas que ayudan a transportar el esperma hacia el óvulo para facilitar la concepción, y durante el orgasmo masculino, la oxitocina provoca contracciones en la próstata y en las vesículas seminales.



Es considerada también un gran mediador y controlador de las emociones y comportamientos sociales como el amor, la memoria, la rabia, la agresión y el establecimiento de correlaciones entre experiencias pasadas y presentes, promueve un aumento del umbral del dolor y un descenso de los niveles de ansiedad, disminuye el miedo e incrementa la confianza, la empatía y la generosidad.


La oxitocina está implicada en comportamientos sociales como la memoria social que es la habilidad para reconocer un individuo del mismo grupo, la formación de vínculos, el apego, la empatía y el comportamiento maternal y paternal. Los niveles de oxitocina, son más altos en las hembras que en los machos de cada especie y en ellos provoca conductas agresivas y de competición.


Por otro lado, se han hecho las investigaciones sobre los efectos de la oxitocina y del alcohol y acabamos impactados por las increíbles semejanzas entre ambos compuestos. Ambas parecen apuntar a diferentes receptores en el cerebro, pero causar acciones comunes sobre la transmisión GABA en la corteza prefontal y las estructuras límbicas. Estos circuitos neurales controlan la forma en que percibimos el estrés o la ansiedad, especialmente en situaciones sociales tales como entrevistas, o tal vez incluso despertando el coraje para pedir a alguien una cita. La oxitocina y el alcohol pueden hacer que estas situaciones parezcan menos desalentadoras.



Así, los investigadores han descubierto tras revisar múltiples estudios relativos a la oxitocina y el alcohol (algunas copas de más) como de oxitocina (inhalándola a través de una spray nasal) provoca más agresividad, más envidia, nos desinhibe, puede limitar nuestra sensación de miedo que normalmente nos alerta acerca de los riesgos, por lo que nuestra confianza aumenta pese a que en circunstancias normales lo veríamos como introducir un riesgo innecesario en nuestra vida.


“No creo que vayamos a ver un momento en que la oxitocina se utilice socialmente como una alternativa al alcohol. Pero es un neuroquímico fascinante y, lejos de los asuntos del corazón, tiene un posible uso en el tratamiento de la psicología y las condiciones psiquiátricas. Entender exactamente como se altera nuestro comportamiento podría proporcionar beneficios reales para muchísimas personas”, aclara Steven Gillespie, coautor del estudio.




Edición: Nefertari.

 
 
 

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